| Foto por Chelina Batista |
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| Un grupo de gavilanes y nonecas migrando sobre la ciudad de Panamá |
Jorge Ventocilla
Instituto Smithsonian
Visto he algunos años en el mes de marzo…
ir el cielo cubierto de infinitas aves
y muy altas
Fernández de Oviedo, ca. 1520
El 21 de mayo de 1822, en Meklenburg, Alemania, se capturó una cigüeña con el cuello atravesado por una flecha. Como hacía tiempo que en Europa la gente no se mataba a flechazos sino con medios más sofisticados y masivos, la flecha solo podía provenir de un país “lejano”.
Efectivamente, los conocedores establecieron que la flecha en cuestión era de origen africano. Este extraño acontecimiento fue la prueba irrefutable del hecho, hoy universalmente reconocido, de que las cigüeñas pasan su invierno boreal en Africa.
No sabríamos ni una porción de lo que sabemos sobre el tema, sino fuera porque en 1899 al maestro danés Hans Mortensen se le ocurrió identificar aves con anillos numerados en las patas.
Desde entonces, las migraciones son estudiadas con ese medio. Se capturan las aves, se les coloca anillos codificados y luego se les suelta otra vez. Tarde o temprano, en lo que las aves son observadas o recapturadas en otros sitios, los ornitólogos van descifrando sus patrones de desplazamiento.
El 15% de las aves reportadas para Panamá (unas 140 de casi 950 especies) son migratorias. Es decir, no anidan en el istmo y solo quedan aquí parte del año. Algunas tan solo pasan por el país, rumbo al sur la mayoría. Varias arriban tan temprano y se van tan tarde, que viven más aquí que en su lugar de origen.
En octubre y noviembre, casi todos los individuos existentes de dos especies de gavilanes, Buteo swainsoni y Buteo platypterus, junto con la popular noneca (Cathartes aura), pasan por un estrecho corredor de la vertiente del Pacífico de Panamá.
Esta migración conjunta de rapaces es una de las más espectaculares y fácilmente observables en todo el Nuevo Mundo.
Mientras que la noneca es la más grande de las rapaces migratorias de los trópicos americanos, sus compañeros de vuelo son medianos no más.
El Buteo swainsoni (1.2 kg.) viaja desde planicies de Norteamérica hasta lugares similares en Sudamérica. Aves que pasan sobre Las Cruces, Nuevo México, en los primeros días de octubre, alcanzan Panamá 18 días más tarde y arriban a la Argentina durante la última semana de noviembre.
Buteo platypterus (0.5 kg.) pasa sobre Texas a fines de septiembre y llega a Panamá 12 a 14 días después; una parte de la población se queda y la otra sigue hacia distintos puntos al sur.
De la noneca vale mencionar que, además de las que vienen migrando, existe en el país una notable población residente.
Las aves volverán a Norteamérica en la estación seca y, esta vez surcar, Panamá les puede tomar solo un día — a diferencia de tres en la ida—, porque el viento norte les ayuda.
Fernández de Oviedo, en su Historia general de las Indias fue el primer europeo en reportar estas migraciones, y se basó en observaciones hechas en Panamá. Siglos han pasado y pasarán pero aquí están nuevamente, surcando los cielos de la ciudad capital y de buena parte del país.
Le recomiendo pues, apreciado lector, que en estos días ponga atención al cielo —particularmente en la mañanas soleadas—. De pronto verá, allá arriba, el impresionante espectáculo de esta migración de rapaces, atinadamente descrito como “ríos de aves” surcando Panamá.
Fue publicado originalmente en La Prensa, 17 de octubre de 2004 y republicado en Biota Panamá
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